“Tú duerme tranquilita
Que yo voy a inventarte al viejo dios.
Abrázame en tus sueños,
Del luto y lo demás me encargo yo.”
J.Q.
No sé si duele, no, no duele, sólo se siente, sólo se extraña, sólo te extraño.
Han sido tres años desde que te fuiste, y realmente no sé con exactitud cómo podría evocarte, cuál sería la mejor manera de rendir un homenaje a lo que fuiste (y aun eres, aunque ya no existas), de qué forma te gustaría ser rememorada… suena absurdo, lo sé, que en tu ausencia yo pretenda darte gusto y a la vez, me dirija a ti para recordar que no estás.
Entonces, yo me encargaré de todo, no porque te haga falta, te entiendo lo suficiente como para saber que has trascendido sin necesidad de que nuestra memoria te nombre a cada instante; tal vez lo hago porque yo lo necesito, quiero saber que me importas más que mi desidia, que mi apatía no es más fuerte que este sentimiento al cual podría llamar amor si es verdad que tal cosa existe.
De modo que he decidido dejarte un cuento en la siguiente entrada, sé muy bien que no te gusta leer, que odias el nombre que le puse a tu personaje y sé también cómo sería tu expresión al saber que te doy un montón de letras como regalo. Pero te conozco y estoy segura de que tras obligarte a leer el relato completo, quedarás satisfecha.
“Por este puño de mi corazón: te quiero"
Que yo voy a inventarte al viejo dios.
Abrázame en tus sueños,
Del luto y lo demás me encargo yo.”
J.Q.
No sé si duele, no, no duele, sólo se siente, sólo se extraña, sólo te extraño.
Han sido tres años desde que te fuiste, y realmente no sé con exactitud cómo podría evocarte, cuál sería la mejor manera de rendir un homenaje a lo que fuiste (y aun eres, aunque ya no existas), de qué forma te gustaría ser rememorada… suena absurdo, lo sé, que en tu ausencia yo pretenda darte gusto y a la vez, me dirija a ti para recordar que no estás.
Entonces, yo me encargaré de todo, no porque te haga falta, te entiendo lo suficiente como para saber que has trascendido sin necesidad de que nuestra memoria te nombre a cada instante; tal vez lo hago porque yo lo necesito, quiero saber que me importas más que mi desidia, que mi apatía no es más fuerte que este sentimiento al cual podría llamar amor si es verdad que tal cosa existe.
De modo que he decidido dejarte un cuento en la siguiente entrada, sé muy bien que no te gusta leer, que odias el nombre que le puse a tu personaje y sé también cómo sería tu expresión al saber que te doy un montón de letras como regalo. Pero te conozco y estoy segura de que tras obligarte a leer el relato completo, quedarás satisfecha.
“Por este puño de mi corazón: te quiero"
Zelt
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